miércoles, 26 de marzo de 2014

Desde Marrakech hasta el Sahara: belleza y pobreza

(crónica de primero de carrera, allá por el 2010)

Recorrido por Marruecos de un grupo vasco-madrileño de coches 4X4
El pasado 28 de Abril un atentado mató a 15 personas en una cafetería en la plaza turística Yamaa el Fna situada en la ciudad marroquí de Marrakech. El atentado era un ataque directo hacia los turistas que todas las vacaciones, ya sean de Semana Santa, de verano o de Navidades, suelen visitar dicha plaza. El 2 de Enero el grupo vasco-madrileño de coches 4X4 se encontraba en esa misma plaza, era la segunda noche que pasaban en Marruecos, la segunda noche de un recorrido que hicieron desde Melilla hasta el Sahara desértico.





La plaza de Yamaa el Fna estaba preciosa esa noche, cientos de puestos tanto en la plaza como en el mercado de las galerías. Se podría decir que la homogeneidad no existe en esta plaza, tan pronto estás pescando con una caña botellas para ganarte una foto con el mono del tendero, como estás comprando naranjas frescas o cenando en una de las largas mesas de la plaza. Un ambiente “fiestero” la inunda continuamente, para algunos podría ser el paraíso como para otros, más pacientes, puede ser una pesadilla. Sea lo que sea, los integrantes del grupo vasco-madrileño tuvieron que ir pronto al hotel, mañana les esperaría un duro trayecto atravesando El Atlas.

Al día siguiente pasaron Agadhir dirigiéndose hacia el Sur, según declaró Mariano Jesús Ureta, conductor de uno de los coches, “fue un día muy duro, casi no salimos del coche”. Aún así tuvieron tiempo para parar en una pequeña aldea. Todos allí sabían lo que les esperaba. Una docena de niños comenzó a salir de sus casitas al ver los grandes coches pasar pedir, alguno incluso se atrevió a tocar la ventanilla. Entonces los cinco coches pararon y pasaron el resto de la hora entre los niños y ancianos marroquíes que salieron a saludarles invitándoles a sus casas a tomar té. Los niños observaban sigilosos, tanto los marroquíes como los vascos. Los anfitriones recibieron su regalo por toda la hospitalidad que habían demostrado tener: tres cajas de ropa, mientras que a los niños se les repartió juguetes, para nosotros viejos, para ellos modernos. Estos actos se repitieron por la mayoría de los pequeños poblados.

Al día siguiente los coches atravesaron el desierto de piedra para llegar el día de la noche de Reyes al brazo del Sahara, Erg Chegaga. Pasaron esa noche en las jaimas de Dabarcat, las cuales pertenecían a una familia de bereberes (saharuis) que incluso se ofrecieron para hacer de Reyes Magos ante los niños vascos, así que desataron tres camellos y manos a la obra.
Por desgracia las ruedas solo pisaron el desierto ese día, ya comenzaba la vuelta a casa hacia el Oeste, el recorrido lo realizaron a través de una de las pistas del Dakar en la que se podían ver incluso torbellinos. La belleza del desierto y lo increíble de pasar a cinco metros de uno de ellos es algo que al sentirlo pone la piel de gallina. Por último, cabe destacar la noche del 9 de Enero, la cual pasaron en Chefchaouen. Creo que esta ciudad es mucho más conocida por el costo que traen los marroquíes de allí a la península que por lo bonita que es; una palabra para definirla: azul. Chefchaouen era azul, las casas eran azules, el suelo, todo era azul. 

Al día siguiente volvieron a Melilla para llegar a Algeciras y finalizar el viaje. Un viaje un tanto extraño, creo que a todos cuando nos hablan de Marruecos nos imaginamos a los moros –sin ofender- que vemos por las calles de los peores barrios de Bilbao. Pero no, los marroquíes son gente educada -¡por no hablar de los saharauis!, quienes aceptaron que les duele en el alma ser llamados moros- y gente hospitalaria, aunque siempre habrá excepciones. Y Marruecos es una ciudad de encanto, que no dudo, bajo ninguna circunstancia, que te invito a conocer.